sábado, 17 de julio de 2010

Ciento cincuenta newtons

—Buenos días está hablando con el departamento de bajas, mi nombre es David. ¿En que puedo ayudarle?

—Si...si...si. De acuerdo pero, ¿me podría indicar el motivo de su descontento?

—Ya, si...si, per...

—De acuerdo, le entiend...

—Si...si...si.

Aquí estoy un día más, sentado en mi cubículo. Apenas han transcurrido veinte minutos desde que he fichado, y sin embargo tengo la impresión de llevar varias horas. Ni siquiera se que día es. Últimamente mi vida ha dejado de tener días, semanas o incluso meses. Y quizá sea mejor así. Quizá sea mejor no ser consciente del tiempo que se va.

Cuatro minutos y cincuenta y nueve segundos para descansar la vista una vez cada hora. Diecinueve minutos y cincuenta y nueve segundos para comer. Doce horas antes de volver a sentarme en esta silla de respaldo no reclinable. Eso es todo.

—Si...si...si...Cree que está pagando demasiado. Bien, de acuerdo

Operativa 32 sección 3 epígrafe 1

El cliente muestra descontento con el servicio. ¿Es un motivo económico? Ofrecer reducción de tarifa o módulo ahorro (sujetos a contrato de compromiso). El cliente no queda satisfecho. ¿Tiene oferta de la competencia? Remarcar desventajas de sus productos y resaltar las virtudes de los nuestros. El cliente solicita la baja. Ofrecer descuento A. El cliente sigue sin aceptar. ¿Tiene facturación estrella? Ofrecer descuento B. El cliente rechaza la oferta. ¿Es un motivo económico?

—¡Porque sois unos ladrones!

El reloj del teléfono indica diecisiete minutos de conversación. Ese es sólo el tiempo que lleva hablando conmigo, pero antes ha tenido que pasar por al menos dos operadores más, aparte de la grabación de bienvenida y el tiempo de espera entre las transferencias. Quien sabe, puede que lleve al aparato desde ayer.

Querría tener algo para distraerme, pero el cubículo está especialmente diseñado para que no puedas hacerlo. Un ordenador capado sin solitario, ni Internet. Una silla incómoda. Y dos planchas de metacrilato que ha modo de anteojeras impiden ver a los lados.

¡Sinvergüenzas!

Un minuto más, solo un minuto más. Solo tengo que aguantar un minuto más. Un minuto más y empezará a insultarme, y la luz comenzará a verse al final del túnel. Yo le amenazaré con liberar su llamada. Él se exaltará aún más. Yo le advertiré una segunda vez. Él continuará escupiendo cuatro días de frustración telefónica. Y entonces llegarán las palabras mágicas. Dirá puta, dirá hijo y dirá de. Y yo seré libre. Colgaré y podré tomarme esos cuatro minutos y cincuenta y nueve segundos sin los cuales me desintegraría en mil pedazos.

Venga. Dilo. Dilo de una vez.

Vuelvo a mirar el reloj del teléfono. Cincuenta y siete minutos. Puede que sea la misma llamada, puede que no. Puede que ya hayan pasado ocho horas. Rodeo mi cuello con el cable de los auriculares y estiro con fuerza. ¿Cuánta tensión puede soportar un cable de teléfono antes de romperse? Ciento cincuenta newtons ¿Cuánto tiempo puede soportar el ser humano antes de morir asfixiado? No lo se. Estudie físicas, no medicina.

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